La Navidad ha llegado, y con ello los días de gran júbilo, fiestas, reflexión y pensamiento.
Como parte de esta maravillosa civilización Mexicana con los preceptos, costumbres y tradiciones en el más alto nivel de educación, sirvan estas líneas para reflejar parte de nuestra formación para el mejoramiento de nuestro entorno natural, nuestra convivencia social y nuestro desarrollo para todos.
Que en estas fechas no solo sean parte fundamental para estar con nuestros familiares, nuestros amigos y aquellos que han partido antes en este camino apretado y lleno de vicisitudes que tienen una armonía en nuestros días, por el contrario, que sirvan para unirnos más con la tolerancia plena en cada uno de nuestros actos, de nuestras palabras y de nuestros sentimientos.
A todos y cada uno de los gobernantes que han compartido su tiempo su esfuerzo y la mejor de las decisiones lo mejor de los deseos, no sin antes poner un punto de análisis y reflexión, mejorar la armonía entre todos lo que formamos parte de esta ciudadanía, dejar de lado ambiciones personales, soberbias insolutas y desacuerdos promiscuos.
Para aquellos que pretendiendo el don de gobernar lo mejor de lo mejor en su pensamiento, en su palabra y en su acto, porque aquel distante y discordante discurso de cada uno de ellos, serán el látigo del desprecio y de la justificación de no ser lo que queriendo ser, no han superado el verdadero valor de servir y no de servirse, para aquellos que sabiendo que no tienen la mayor preferencia entre la ciudadanía plazca la cordura y la aceptación a contribuir a que sea uno mejor que el mismo.
A cada uno de los amigos, de los más distantes interlocutores llevemos una sana convivencia con la tolerancia que requiere esta cosmopolita metrópoli.
A todos y cada uno de los gobernantes que han compartido su tiempo su esfuerzo y la mejor de las decisiones lo mejor de los deseos, no sin antes poner un punto de análisis y reflexión, mejorar la armonía entre todos lo que formamos parte de esta ciudadanía, dejar de lado ambiciones personales, soberbias insolutas y desacuerdos promiscuos.
Para aquellos que pretendiendo el don de gobernar lo mejor de lo mejor en su pensamiento, en su palabra y en su acto, porque aquel distante y discordante discurso de cada uno de ellos, serán el látigo del desprecio y de la justificación de no ser lo que queriendo ser, no han superado el verdadero valor de servir y no de servirse, para aquellos que sabiendo que no tienen la mayor preferencia entre la ciudadanía plazca la cordura y la aceptación a contribuir a que sea uno mejor que el mismo.
A cada uno de los amigos, de los más distantes interlocutores llevemos una sana convivencia con la tolerancia que requiere esta cosmopolita metrópoli.
La ignorancia es el peor enemigo de nuestra libertad.
Fernando Sandoval
Analista y escritor
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