otras obras..
No lo supongo
El Político
Yo lo se de cierto,
no lo supongo,
el hombre es un
animal político por naturaleza,
lento,
voraz,
torpe,
amargo y sin
sentido.
¡Ama el poder!
El poder y el
hombre
se unieron en la
primera relación
con Dios,
tierra,
agua,
fuego,
aire; y
olvido.
El hombre y el
poder siempre se quieren,
se van amando
desde que crecen,
despacio y poco
a poco.
Algo dentro de
sí,
les dice que se
amen,
que no se
suelten.
Los dos hacen el
amor y se penetran
como la hembra y
el macho,
se unen el uno
al otro,
transformándose
en uno solo.
La relación se
hace en silencio,
como se fecunda
un niño desde la placenta,
adentro.
El poder
umbilical los une.
En su alma y en
su esencia tienen
los más nobles
sentimientos humanos.
Principios
morales meticulosamente dictados y
sus normas más
complacientes.
¡Es el mejor
actor teatral de la vida,
el más villano
verdugo de los enemigos y
el más paternal
de la familia!
Un don divino.
Fuerte desde el
fondo de los pozos de agua,
viento y
minerales que trepan como la asfixia
de invasión de
las noches y los días.
Como costras
nacen en las heridas de la sociedad,
viven,
matan,
mueren.
¡Y más allá!
Siguen naciendo,
generación tras
generación.
Son una familia,
indestructibles
mientras la razón
de unos cuantos
valientes,
decida la vida
de los cobardes.
Buscan resucitar
uno tras uno,
como un silencio
que no se deja ver,
algo que no se
deja tocar desde muy adentro,
que no quiere
salir.
Ocultan lo que
no quieren que veamos
cuando cada uno
de nosotros,
lo estamos
mirando.
Natural como la
vida misma,
arruinado y
condenado a existir amargamente.
Como lengua que
sale
desde la
garganta para decir lo desconocido.
Calla rápidamente
y cambia como el camaleón,
tiene derecho a
retractarse,
nunca pide
disculpas cuando se equivoca,
el cree que no
se equivoca nunca.
Lento y suave
como el tiempo que busca la arruinada
quietud del
tiempo prenatal.
No deja procrear
antes de lo que no se es,
anuncio y
profecía.
Voraz como la
plaga que invade a todos.
Dejando huella
en este aire apretado y
contaminado por
el mismo,
haciéndonos
creer que no sabemos
lo que el cree
que sabe.
Son necios e
infieles el uno al otro,
no les importa
dormir en cualquier lado y
entre brazos
ajenos.
Sin sentido y
sin ruta.
Creen que lo
piensan todo,
mirándose
desnudos como si fuera
la primera vez
de su fantasía,
su pecado y su
vergüenza.
No lo supongo
Yo lo se de cierto,
no lo supongo,
el hombre es un
animal político por naturaleza,
lento,
voraz,
torpe,
amargo y sin
sentido.
¡Ama el poder!
El poder y el
hombre
se unieron en la
primera relación
con Dios,
tierra,
agua,
fuego,
aire; y
olvido.
El hombre y el
poder siempre se quieren,
se van amando
desde que crecen,
despacio y poco
a poco.
Algo dentro de
sí,
les dice que se
amen,
que no se
suelten.
Los dos hacen el
amor y se penetran
como la hembra y
el macho,
se unen el uno
al otro,
transformándose
en uno solo.
La relación se
hace en silencio,
como se fecunda
un niño desde la placenta,
adentro.
El poder
umbilical los une.
En su alma y en
su esencia tienen
los más nobles
sentimientos humanos.
Principios
morales meticulosamente dictados y
sus normas más
complacientes.
¡Es el mejor
actor teatral de la vida,
el más villano
verdugo de los enemigos y
el más paternal
de la familia!
Un don divino.
Fuerte desde el
fondo de los pozos de agua,
viento y
minerales que trepan como la asfixia
de invasión de
las noches y los días.
Como costras
nacen en las heridas de la sociedad,
viven,
matan,
mueren.
¡Y más allá!
Siguen naciendo,
generación tras
generación.
Son una familia,
indestructibles
mientras la razón
de unos cuantos
valientes,
decida la vida
de los cobardes.
Buscan resucitar
uno tras uno,
como un silencio
que no se deja ver,
algo que no se
deja tocar desde muy adentro,
que no quiere
salir.
Ocultan lo que
no quieren que veamos
cuando cada uno
de nosotros,
lo estamos
mirando.
Natural como la
vida misma,
arruinado y
condenado a existir amargamente.
Como lengua que
sale
desde la
garganta para decir lo desconocido.
Calla rápidamente
y cambia como el camaleón,
tiene derecho a
retractarse,
nunca pide
disculpas cuando se equivoca,
el cree que no
se equivoca nunca.
Lento y suave
como el tiempo que busca la arruinada
quietud del
tiempo prenatal.
No deja procrear
antes de lo que no se es,
anuncio y
profecía.
Voraz como la
plaga que invade a todos.
Dejando huella
en este aire apretado y
contaminado por
el mismo,
haciéndonos
creer que no sabemos
lo que el cree
que sabe.
Son necios e
infieles el uno al otro,
no les importa
dormir en cualquier lado y
entre brazos
ajenos.
Sin sentido y
sin ruta.
Creen que lo
piensan todo,
mirándose
desnudos como si fuera
la primera vez
de su fantasía,
su pecado y su
vergüenza.
Saben que los
dos son uno solo,
el poder de su
costilla y
el de la
creación.
¡No tienen
miedo!
El conquista al
poder y los dos son uno solo.
Yo lo se de
cierto, no lo supongo.
Saben que los
dos son uno solo,
el poder de su
costilla y
el de la
creación.
¡No tienen
miedo!
El conquista al
poder y los dos son uno solo.
Yo lo se de
cierto, no lo supongo.