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LO QUE EL AMOR NO ES.
Por Verónica Garay
Mucho se ha hablado acerca de lo que el amor es, por cierto sin mucho
éxito para definirlo, quizá por lo profundo y misterioso de su
naturaleza; pero a veces es más factible conocer algo por el método de
eliminación, es por ello que en este San Valentín, quiero reflexionar
acerca de lo que el amor no es.
El amor no es enamoramiento. Cuando me enamoro,
me siento atraído por alguien, que cubre un determinado perfil referido
siempre a mí mismo, y desde el punto de vista de un amor eros, vivo una
hermosa fantasía de perfección, aderezada de emociones y hormonas, que
se desdibuja después de un tiempo, dando paso a la realidad de las
imperfecciones, los defectos y las diferencias individuales. Cuando el
enamoramiento se acaba, las personas maduras pueden dar paso al
verdadero amor.
El amor no es apego. Cuando algo me encanta,
cuando dirijo mi energía a un objeto que es mío, lo cuido, lo guardo, en
fin, lo poseo. Es valioso, no en sí mismo, sino que vale, porque me
pertenece. Piensa en algo que guardas, cuidas y atesoras porque te
fascina y es tuyo. Pues bien…las personas no son objetos, tienen
necesidades, talentos, proyectos y gustos propios, que el verdadero amor
respeta y promueve, pero que el apego en su egoísmo estará dispuesto a
sacrificar con tal de no perder el objeto del supuesto “amor”.
El amor no es dependencia. Cuando necesito de alguien para sobrevivir,
siendo una persona adulta, algo está fallando. Pasaré la vida buscando
quien llene mis necesidades físicas y/o emocionales, siendo un ser
incompleto y generando conductas de codependencia con el ser “amado” por
el pavor a la pérdida y al abandono. El necesitado piensa primero en sí
mismo, y estará dispuesto inclusive a cambiar de persona querida, con
tal de tener de quien colgarse. Esto nada tiene que ver con el verdadero
amor que busca el crecimiento y la promoción del ser amado.
El
amor no es un sentimiento. Si bien cuando amamos a alguien atravesamos
por un mundo de sentimientos, éstos no siempre son hermosos y
placenteros, ya que en el devenir de una vida existen situaciones
difíciles, etapas complicadas, molestias, hartazgos y desencuentros que
sólo desde la perspectiva de la madurez y el verdadero amor se pueden
sortear. Así que pensar en el amor como sólo un sentimiento, es
completamente reduccionista.
El reto de amar de verdad por lo
tanto, nos exige altura de miras, madurez total, empatía y una capacidad
de compromiso que sólo un adulto de verdad puede entregar, porque se
conoce y se ama a sí mismo. Un recipiente sólo se derrama en otros
cuando primero él se ha llenado. Para aprender a amar entonces, hay que
estar dispuestos a trabajar en nuestra propia persona, querernos,
cuidarnos y perdonarnos; sólo así podremos acompañar y ayudar al otro a
trabajar en ser la mejor versión de sí mismo.