UNAM

jueves, 13 de febrero de 2014

Agradecemos a Radio Oro su coolaboración con motivo del 14 de febrero.

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LO QUE EL AMOR NO ES.
Por Verónica Garay

Mucho se ha hablado acerca de lo que el amor es, por cierto sin mucho éxito para definirlo, quizá por lo profundo y misterioso de su naturaleza; pero a veces es más factible conocer algo por el método de eliminación, es por ello que en este San Valentín, quiero reflexionar acerca de lo que el amor no es.
El amor no es enamoramiento. Cuando me enamoro, me siento atraído por alguien, que cubre un determinado perfil referido siempre a mí mismo, y desde el punto de vista de un amor eros, vivo una hermosa fantasía de perfección, aderezada de emociones y hormonas, que se desdibuja después de un tiempo, dando paso a la realidad de las imperfecciones, los defectos y las diferencias individuales. Cuando el enamoramiento se acaba, las personas maduras pueden dar paso al verdadero amor.
El amor no es apego. Cuando algo me encanta, cuando dirijo mi energía a un objeto que es mío, lo cuido, lo guardo, en fin, lo poseo. Es valioso, no en sí mismo, sino que vale, porque me pertenece. Piensa en algo que guardas, cuidas y atesoras porque te fascina y es tuyo. Pues bien…las personas no son objetos, tienen necesidades, talentos, proyectos y gustos propios, que el verdadero amor respeta y promueve, pero que el apego en su egoísmo estará dispuesto a sacrificar con tal de no perder el objeto del supuesto “amor”.
El amor no es dependencia. Cuando necesito de alguien para sobrevivir, siendo una persona adulta, algo está fallando. Pasaré la vida buscando quien llene mis necesidades físicas y/o emocionales, siendo un ser incompleto y generando conductas de codependencia con el ser “amado” por el pavor a la pérdida y al abandono. El necesitado piensa primero en sí mismo, y estará dispuesto inclusive a cambiar de persona querida, con tal de tener de quien colgarse. Esto nada tiene que ver con el verdadero amor que busca el crecimiento y la promoción del ser amado.
El amor no es un sentimiento. Si bien cuando amamos a alguien atravesamos por un mundo de sentimientos, éstos no siempre son hermosos y placenteros, ya que en el devenir de una vida existen situaciones difíciles, etapas complicadas, molestias, hartazgos y desencuentros que sólo desde la perspectiva de la madurez y el verdadero amor se pueden sortear. Así que pensar en el amor como sólo un sentimiento, es completamente reduccionista.
El reto de amar de verdad por lo tanto, nos exige altura de miras, madurez total, empatía y una capacidad de compromiso que sólo un adulto de verdad puede entregar, porque se conoce y se ama a sí mismo. Un recipiente sólo se derrama en otros cuando primero él se ha llenado. Para aprender a amar entonces, hay que estar dispuestos a trabajar en nuestra propia persona, querernos, cuidarnos y perdonarnos; sólo así podremos acompañar y ayudar al otro a trabajar en ser la mejor versión de sí mismo.