Hablando
del amor
Hoy
no tengo ganas de hablar del amor,
el
amor no es nada,
el
amor cualquier sentido y
sin
palabras.
Solo
se siente,
solo
se palpa,
solo
se comparte.
Es
el sentimiento más divino.
Las
virtudes que un hombre y una mujer
tienen
cuando les llega el amor.
¿Para
qué preguntar, qué es el amor?
Si
el amor es dulce,
es
apetitoso,
lo
que tenemos todos,
pero
que no queremos que lo vean.
¡Nos
da miedo el amor!
Porque
el amor,
nos
duele,
nos
hace sufrir,
con
el lloramos y a veces,
somos
presa de nosotros mismos.
¿Cuántas
veces hemos estado
expuestos
a contagiarnos del amor?
El
amor es una enfermedad y de la cual,
no
existe vacuna alguna.
Muchos
comemos a nuestras horas,
realizamos
rutinas de ejercicio y
cumplimos
los mandatos del cielo y de la tierra.
Llevamos
una vida decentemente correcta
Para
evitar en caer en el amor.
Pero
¿Quién se ha salvado del amor?
Si
todos venimos del más valioso sentimiento.
El
amor hace sentir los latidos del corazón,
las
inhalaciones que corren
por
las cuencas de la nariz;
llevan
el aire a los pulmones,
nuestro
cuerpo vive y es feliz.
Es
una maquina de amor,
donde
todo es perfecto.
Cada
parte entra en movimiento
cuando
queremos que se mueva y
siente
todo lo que queremos que sienta.
Aburrido
sería pensar en cada
parte
que interviene en el amor:
En
las etapas de un nacimiento,
de
un cortejo,
de
un acto,
de
una mirada,
de
una sonrisa y
de
un llanto.
Desde
que nacemos
Sentimos
amor,
cariño
de nuestra madre.
Acariciando
su vientre,
cuando
escuchamos el tarareo de aquella
canción
melodiosa que invita a bailar aquel vals.
Pateamos
la bolsa maternal,
para
hacernos resaltar,
alegres
y felices.
No
nos importaba nada.
Sentimos
amor cuando escuchamos
las
palabras de nuestro Padre,
a
través del cordón umbilical o
al
sentir su palma por encima
del
vestido de nuestra Madre.
Protegiéndonos;
no se de que,
pero
cuidándonos con amor
¡Eso
es amor!
El
amor más limpio,
el
amor más puro,
el
amor que se recibe durante 9 meses,
el
más tembloroso y
el
más real.
Todos
una vez,
fuimos
producto del amor.
El
amor es indestructible,
intransformable,
no
se puede alterar,
no
se corrompe.
¡Nacimos
todos de la unión de un hombre y una mujer!
Difícil
pensarlo,
pero
efímero sentirlo,
palparlo,
captarlo
y
sencillamente
decirlo.
Por
eso no quiero hablar del Amor.
El
amor es loco como uno solo,
es
un juego,
un
juego,
un
juego que divierte a los que se aman.
Aquellos
que lo dejan todo,
porque
no tienen nada,
solo
esas manos,
esas
bocas,
esos
cuerpos que lo sienten todo,
que
no sienten nada.
Caminan
como si volaran,
como
si el tiempo no pasara,
como
si la vida no cesara.
La
mujer se entrega inocentemente al amor,
al
sentimiento inexplicable;
pero
que todos una vez concebimos.
Sabe
como hacerlo,
es
un don que la mujer sea la más tierna,
la
más adorable y
la
más dulce.
El
hombre se entrega a las caricias más sensibles.
Se
entrega a la mujer porque le inspira,
le
da fortaleza;
también
pasión y
bondad.
A
cambio,
la
cubre,
la
protege,
le
acompaña a cuidar a los hijos,
le
aconseja en como vivir,
la
defiende y vive por ella.
Para
ellos el tiempo no pasa,
se
detiene.
No
miran que la vida sigue,
el
amor impulsa los movimientos insensatos y
los
sentimientos de cada uno,
de
uno mismo.
Hoy
no tengo ganas de hablar de amor,
porque
del amor se habla siempre,
todos
los días.
Que
si duele,
que
si llora,
que
si muere.
Es
la vida,
es
la muerte.
El
amor existe,
hace
vivir a los que aman,
para
aquellos que siguen la continuidad de su existir,
porque
así quieren vivir.
La
beben a cantaros,
en
los ríos y mares,
sin
importar la propia soledad que les acompaña.
El
amor es la nada y lo todo,
una
silla,
una
mesa,
unas
manos que tocan,
que
tocan todo lo que se toca.
Para
verse en el espejo,
para
lavarse y mirar el amor
que
lo es todo,
que
lo es nada.
.
¿Para
qué hablar del amor?
Si
el amor lo queremos tanto,
tanto,
tanto,
que
si de verdad lo cuidáramos,
lo
amarraríamos con cadenas a la pata de la cama,
para
que no se saliera.
Nos
calificarían de celosos,
soberbios,
vanidosos; y lo peor,
secuestradores
y torturadores por utilizar
flagelos
metálicos y prohibirle que salga.
¡Por
eso, no quiero hablar del amor!
Porque
es una gota de inalcanzable cielo,
un
sueño que hace que despierte cuando más te
quiero,
cuando
simplemente duermo y no siento nada.
Hablar
del amor olvida los recuerdos malos,
también
los feos,
pero
hace momentos,
a
que momentos aquellos,
en
donde lo que más importa,
es
sentir esos sentimientos profundos y necios.
Necios
sentimientos que me obligan a retroceder,
para
sentir eso que llamamos
¡amor,
amor, amor!